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La gran gala anual del videojuego concentra debates sobre retorno de inversión, formatos de presentación y sostenibilidad de proyectos. Mientras las tarifas por minuto para exhibir tráilers alcanzan cifras máximas, un título exitoso demuestra que presupuestos inferiores a diez millones pueden competir. Al mismo tiempo, más de 450 desarrolladores buscan mejorar la descubribilidad con nuevas etiquetas de género y la comunidad refuerza su memoria colectiva.

La adopción de herramientas generativas por grandes estudios apunta a procesos más ligeros, pero la comunidad duda de que abaratar costes mejore la calidad. El arranque con menos de 200 jugadores de un nuevo título de Double Fine exhibe el riesgo de invisibilidad en un mercado saturado, mientras la memoria y las marcas elevan las comparaciones y tensan las expectativas.